Un invierno con poca letra

Con la llegada de la primavera toca hacer balance lector del invierno que se fue;  el mismo invierno en que también se fue mi lectora más difícil,  con la que nunca acertaba en mis recomendaciones, mi madre. Cuando se lo  comentaba, para consolarme, me respondía que el gallego ese  (nunca supe si se refería al autor, Domingo Villar  o a su personaje, Leo Caldas)  sí que le gustaba. ¡Debió ser  mi único acierto!

  Fueron pocos los libros que  leí pero teniendo en cuenta el periodo tan difícil, aún me parecen muchos. Vosotros decidiréis.

Niñas leyendo, de María Blanchard. (imagen sacada de  aquí)



 Carboneras, de Aitana Castaño con ilustraciones  de Alfonso Zapico. Un conjunto de relatos que  tienen como nexo común la historia de las madres, viudas, hermanas de mineros que no solo cuidaban de sus familias  sino que además trabajaban en la mina.. Una estupenda forma de conocer la historia de las cuencas desde otro punto de vista. 
  Me ha gustado mucho; ahora quiero leer  Niños de humo, también ilustrado por Alfonso Zapico (Por si no lo conocéis, es el autor de los comics  Dublinés y La Balada del Norte)

Lo leo muy negro, de Antonio Lozano. Un ensayo sobre novela negra con el que he disfrutado mucho. No solo reflexiona sobre la evolución de la novela a lo largo del tiempo y la influencia de la televisión en la última época. También nos acerca a autores, tanto clásicos como actuales.

María Blanchard. Como una sombra, de Baltasar Magro.  Daba mi opinión sobre el libro en esta entrada. 

Pequeños barcos a la deriva, de Miguel Rojo. Dos historias sin aparente hilo común entre sí; o quizás sí ¿Que lleva a una persona normal a cometer  una atrocidad? ¿Cabe la rehabilitación? En cierto sentido, ese mismo tema lo tocaba en Es fácil hablar del día que vas a morir. 

  Azucre. Una epopeya, de Bibiana Candia. De nuevo la maldad sin sentido. Cuando en Página 2 entrevistaron a  la autora y  contó que el libro estaba basado en un hecho que había sucedido en Galicia, me pareció muy interesante. Un grupo de muchachos gallegos que partieron para Cuba, huyendo de la pobreza y miseria de su tierra para ser esclavizados y explotados por un compatriota. 

       La crueldad de los hechos narrados queda suavizado por la forma en que están narrados. Bibiana Candia es poeta y  eso se trasluce en la prosa de Azucre. 

Después de la guerra , de Hervé le Corre (trad, Teresa Clavel) Ultimo libro del invierno en el que de nuevo la maldad es protagonista.  Cuando escribí sobre su novela anterior (publicada en España) hablaba de que     La violencia está muy presente pero ya lo estaba en  Cosecha Roja, con el agente de la Continental.  Leyendo esta novela nuevamente volví a acordarme de Hammett . 

  Se trata de una novela muy, muy negra  y muy, muy roja., y como la anterior tambien ambientada en una época histórica concreta.  La Francia posterior a la segunda guerra mundial;. 

  Mucha crueldad y mucha sangre derramada.  Como en Bajo las llamas, hay varias historias diferentes que terminarán cruzándose. La También aquí los protagonistas son perdedores y también la maldad está encarnada en un personaje concreto ; en este caso, el comisario Darlac.

  Nada que ver con los títulos de thriller que copan las listas de venta; precisamente por ello y a pesar de su dureza, es muy recomendable.

 

  Hoy, en lugar de cerrar con un avance de las lecturas en que estoy inmersa, recupero una vieja costumbre del blog e incluyo un rincón musical con este aria de  La Boheme. 

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