Como he apurado las vacaciones hasta el final no he tenido tiempo para organizar la vuelta a la rutina o la reapertura del blog antes de la reincorporación laboral así que se me ha echado el tiempo encima. Por eso, como mañana entra el otoño, reajusto la planificación que tenía para el blog y reabro comentando mis lecturas veraniegas. En ellas hubo sobre todo novela negra pero hubo sitio para algo de novela "blanca" y un par de ensayos.
La misura del tempo, de Gianrico Carofiglio. Reencuentro con Guido Guerrieri, al que habíamos dejado en Las perfecciones profesionales. Me ha gustado, sin disfrutarlo tanto como los anteriores; eso sí, Guido sigue yendo a visitar esa librería que solo abre por la noche y donde además de leer y comprar un libro puedes comerte un trozo de tarta.
Crónica de un silencio, de Lidia Chukovskaya. La autora narra el proceso ante la Unión de
escritores rusos que implicará la posibilidad de seguir escribiendo y
publicando o la condena no solo a no ser publicada sino a ser borrada de la
historia de la literatura rusa.
Es curioso como los libros se relacionan y encadenan entre sí., porque
tras leer Los secretos que guardamos donde se habla de Boris Pasternak y las
consecuencias que le trajo la publicación Doctor Zhivago, aquí volvemos a
encontarlo cuando Chukosvskaya refiere el proceso y persecución no solo a ella
sino a otros autores rusos.
Mi hermana, asesina en serie,
de Oyinkan Braithwaite. Lo recomendaron en Página 2 y el título me pareció muy
sugestivo. Es un libro que se lee muy
rápido y en el que se tocan muchos temas: las relaciones abusivas, la
dependencia emocional, la adicción a las redes sociales… Y además tiene un
final inesperado. Merece la pena leerlo.
Bajo las llamas, de Hervé le Corre Tal como deçía Juan Carlos Galindo es un híbrido entre la novela negra y la histórica –subgénero que está de moda últimamente- con un resultado sobresaliente. Le dedicaré una entrada próximamente
Algunos de los componentes de mi biblioteca portatil |
La Nena, de Carmen Mola. Sobre la última novela de esta autora hablo aquí. De momento diré que cuando terminé el libro, la
palabra que me vino a la mente fue
BRUTAL
El olor del bosque, de Hélène
Gestern. Una novela preciosa que es un poco como las matrioskas rusas, unas
dentro de otras. Aquí sucede lo mismo, hay varias historias dentro de la
historia.
Me ha gustado además la forma en que presenta el mundo de los investigadores
y los archivos, en este caso fotográficos. En esos casos siempre aflora mi
faceta profesional. Un libro que ya había recomendado este verano y que volveré
a hacer.
Damas asesinas, de Tori Telfer. Lo vi en el estante de novedades de la biblioteca
y decidí sacarlo. Según la autora, no se piensa en las mujeres como asesinas
psicópatas y haberlas, haylas, como las meigas.
De nuevo, otro encadenamiento de libros ya que
precisamente la primera dama asesina de la que habla es de la condesa sangrienta, sobre la que había leído recientemente.
A lo lejos, de Hernán Díaz. Abandono
el género negro para adentrarme en el lejano oeste de la mano de este atípico western, también por recomendación de Página 2.
Al comenzar a leer tenía dudas sobre si me gustaría pero terminé
atrapada por el personaje y la historia.
Libertad, de Jonathan
Franzen. Había leído de un tirón la mitad del libro pero allá por finales de junio quedó arrinconado por los que iba sacando de la biblioteca. En
la segunda quincena de agosto y cuando ya necesitaba un respiro de novela
negra, retomé su lectura.
La danza de los tulipanes,
de Ibon Martín. No conocía al autor; fue una recomendación de la bibliotecaria
de la Bances Candamo cuando le pedí algún libro ligerito. Como diría mi madre “se puede leer”; muy
entretenido pero no te deja una gran huella.
CUATRO PRÍNCIPES: Enrique VIII, Francisco I, Carlos V y
Soliman el magnífico y las obsesiones que forjaron la Europa moderna, de
John Julios Norwich. Eché en falta un
poco de profundidad en la obra aunque por otra parte, da una visión complementaria y contemporánea de
los cuatro reyes muy ilustrativa.
Resulta un poco extraño ver a nuestros reyes, Carlos V y Felipe II, a
través de los ojos de un extranjero. Si
bien tiene bastante buena opinión de Carlos V no así de su hijo al que tilda
(al menos implícitamente) de bastante mediocre.
Las lágrimas de Claire Jones,
de Berna Gonzalez Harbour. Otra recomendación de la bibliotecaria de la Bances
Candamo. No conocía ni a la autora ni a su comisaria Ruiz; no diré que se vaya
a convertir en una de mis detectives favoritas pero probablemente lea algún
otro libro suyo.
1793, de Niklas Nat Och Dag. De nuevo recomendado tanto por Juan Carlos Galindo como Página 2 –donde entrevistaron al autor. De nuevo un híbrido entre novela negra y novela
histórica y de nuevo un libro muy duro … pero que no me arrepiento de haber
leído.
Un hípster en la España vacía, de Daniel Gascón. Necesitaba un
libro ligerito después de la dureza del anterior y en La librería de Javier
habían recomendado este como muy divertido. Esperaba bastante más; la primera
parte si me hizo gracia y me reí en unas cuantas ocasiones pero a partir de la
mitad ya me pareció un poco excesivo y forzado –como el secuestro de Greta
Thumberg
Como suele pasar, se quedaron sin leer algunos de los libros que tenía previstas como lecturas veraniegas, como Sophie Henaff o la versión en gallego de El último barco y se colaron otros con los que no contaba. También como se ha hecho costumbre, termino con un avance de los libros que tengo entre manos para enfrentarme a este otoño
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