Allá por el 2014 me planteaba si los herederos de un autor tenían derecho a revivir al personaje que este había creado. Si mi respuesta previa era negativa, la lectura de La rubia de ojos negros donde Benjamin Blake retomaba el personaje de Sam Spade y de La muerte llega a Pemberley, con la que P. D. James daba continuación a Orgullo y Prejuicio de su admirada Jane Austen, me reafirmó en ello.
Con semejantes antecedentes parece claro que la publicación de Carvalho. Problemas de identidad me dejara indiferente; más aún si tenemos en cuenta que la serie de televisión protagonizada por Eusebio Poncela hizo que le cogiera cierta tirria al pobre detective.
Por casualidad vi en Página 2 (programa que recomiendo) la entrevista a Carlos Zanón, autor de este nuevo Carvalho. Me gustó que el autor confesara que había querido crear SU personaje aún rindiendo honor a su creador, Vázquez Montalbán.
Por casualidad vi en Página 2 (programa que recomiendo) la entrevista a Carlos Zanón, autor de este nuevo Carvalho. Me gustó que el autor confesara que había querido crear SU personaje aún rindiendo honor a su creador, Vázquez Montalbán.
Hace unos días, estando en la biblioteca y al no encontrar ninguno de los libros que me interesaban, un impulso (o la frustración) me hizo decidir llevar en préstamo el libro de Zanón. Me pareció que precisamente no ser una apasionada de Carvalho, me haría enfrentar la lectura sin prejuicios (La bibliotecaria me confesó que como le gustaba tanto el personaje, no quería leer esta novela)
Comienzo la lectura bien predispuesta hacia ella pero llevo cuarenta y pico páginas y no consigo empatizar; eso sí, recuerdo que Oscar Lopez, el presentador del programa, le comentaba a Zanón que había convertido a la ciudad barcelonesa en un personaje más de la novela
[...]Las dos ventanas del despacho abiertas y el frescor inesperado de la lluvia que está llegando y entra por ellas. Y con él, la melancolía de toda una ciudad cansada de que se hayan olvidado de que es un montón de hombres y mujeres cualquiera y no un escaparate, ni una santa ni tampoco una bandera.[...]
Carlos Zanón
La obra está llena de referencias metaliterarias, tanto a Vazquez Montalbán, al que se refiere en muchas ocasiones como El Escritor
Podíamos habernos ido lejos, ser felices, Novia Zombie. De alguna manera que no sé explicar esta vez, la manera más imposible era la propicia.y a sus novelas
Felices en Roma, Siria o en Bangkok, pero lejos del aeropuerto, que allí se me quedó un amigo
_Jo había llegit algunes d'aguestes novel-les del Carvalho. Estavent molt bé. La del Planeta, Los mares del sur , El delantero centro murió al amanecerIncluso juega con la identidad del protagonista
(...)Pero empecé a eso de no saber si tu vida es tuya y si actúas como lo haces porque eres así o porque quieres ser lo que crees que los otros piensan que eres. Su Carvalho era yo y no lo era (...)
Sonrío con agrado -lo de la metaliteratura es algo que siempre me ha gustado- pero sigo sin entrar en la novela. Estoy en un tris de abandonar pero me convenzo para continuar; que aún voy por la página 47, es muy pronto. Por cierto, ¿existe un número de páginas determinado al que llegar antes de abandonar la lectura de un libro?
Continúo, estoy ya en la página 126, lo que equivale a un tercio de la novela, y sigo encontrando un poco cansino a este Carvalho refunfuñón; me importa un pito su novia zombie, que Biscuter quiera participar en Masterchef o quien es el responsable de los asesinatos que debe investigar. Así que lo siento por él y sus problema de identidad pero Pepe Carvalho, ¡ahí te quedas!
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