Querer (leer) y no poder en tiempos de cuarentena

  La lectura siempre ha sido un refugio en el que poder guarecerme y en estos momentos  complicados,  obligados a permanecer recluidos, debería ser una de las actividades que me permitiera sobrellevar el encierro. Sin embargo no es así. 

Tanto que leer. Nada que (me apetezca) leer
  Empiezo un libro, lo dejo; cojo otro, paso las páginas sin concentrarme y lo abandono. Me acerco a la estantería donde están las lecturas pendientes, pero después de darles una ojeada, las descarto. No me apetece leer ninguna de ellas...

 En este estado de "desazón literaria" me vienen otros títulos a la cabeza.  La Peste, de Camus  ¿será este un buen momento para leerlo? Resulta que está en casa de mi madre así que... descartado. También El conde de Montecristo, cuyo encierro fue mucho más largo que el nuestro pero  me sucede lo mismo que con Camus 

 Por aquello del confinamiento me acuerdo de Un caballero en Moscú. El conde Rostov fue condenado a permanecer recluido en el hotel Metropol. En caso de que pusiera un pie en la calle sería detenido y condenado a muerte. Tuvo que cambiar su magnífica suite por una pequeña buhardilla y aún así consiguió crearse una nueva y feliz vida. 

 Siento la necesidad de espacios abiertos, de aire libre y de sol, lo que me lleva a acordarme de  Verano en English Creek, que precisamente me llenó de calor y luminosidad tras salir de una lectura bastante negra. Y ahora, al volver sobre la entrada que le dediqué, veo que al principio del  libro Jick, el joven protagonista,  dice que ese fue el verano en que todo cambió; ya nada volvería a ser igual No puedo por menos de pensar que es muy posible que a nosotros nos suceda lo mismo; ya nada volverá a ser igual tras el coronavirus.  

  Llevo unos días pensando en Robert Louis Stevenson  y en La isla del tesoro  Me apetece  embarcarme en La Hispaniola con Jim, el doctor, Trelawney y el resto e irme con ellos a buscar el tesoro del capitan Flint. Aunque también tengo la opción de navegar de su mano  por los (cuentos de los) mares del Sur, releyendo sus cuentos o incluso, ya que en situaciones de crisis, las personas sacamos lo mejor y lo peor de nosotros,   El extraño caso del doctor Jeckyll y Mister Hyde
Mis lecturas para la cuarentena

  No me importaría tener como compañero a Kapucinsky e irnos de Viajes con Herodoto pero  había prestado el libro. No importa; podemos irnos por África. Ébano es un libro fascinante, que nos hace entender el porqué el continente africano se encuentra en las condiciones en que está. 

  Durante mucho tiempo los libros que componen  trilogía de Corfú, donde Gerald Durrell cuenta las vivencias de su extrafalaria familia  fueron para mí auténticos libros medicina. Hace mucho que no recurro a ellos pero puede que haya llegado el momento.

 Cómo no acordarse estos días de Julio Verne, que nos ofrece viajes de los mas variado:  desde 20.000 leguas de viaje submarino a un viaje al centro de la tierra pasando por dar la vuelta al mundo (en 80 días)  o  pasar cinco semanas en globo.

  Y así, encadenando un título con otro, me doy cuenta de que ahora mismo necesito otras lectura. Unas que me hagan viajar aunque sea con la mente y me lleven a espacios abiertos.

  Decidido ¡esta tarde me embarco hacia La isla del tesoro

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