El infinito en un junco

Llevaba tiempo queriendo publicar un comentarios sobre este libro y tenía el borrador medio esbozado. Sin embargo, entre el trabajo, mi madre en el hospital y el resto de cosas no tenía el tiempo, ni la calma, para poder reflexionar sobre él para preparar la entrada. Hasta que me di cuenta de que este no es un libro para reflexionar sino para sentir, para dejarse llevar ... Así que me dejo llevar por el placer que sentí viajando de la mano de la autora, saltando del antiguo Egipcio o Mesopotamia a la tecnología del E-book o viajando en El parnaso -la biblioteca ambulante de Cristopher Morley. 
  El infinito en un junco, de Irene Vallejo  ha sido el ganador del premio de narrativa El Ojo Crítico 2019, galardones que otorga el programa homónimo de RNE y que desde 1990 premia a los jóvenes (menores de 40 años) que durante el año hayan destacado en la música clásica, poesía, narrativa, cine, ...  Pero no fue esto lo que  me hizo decidir leer este libro. 

  Previamente me habían llamado la atención la portada y el título, en los que encontraba un no se que  evocador. Por otro lado, fue una de las prescripciones de Oscar López en Página 2 y suelo tener en cuenta su opinión. Además  La librería de Javier le dedicó una de sus críticas y dijo que El infinito en un junco es, quizás, la más bella obra que puedas leer en estos momentos
  Tras haberlo leído no solo coincido en ello con Javier sino también en que Irene Vallejo es una magnífica narradora  que engarza historias y anécdotas, unas con otras atrapándonos en su escritura y ligando entre sí hechos del pasado con otros de la actualidad. 

Irene Vallejo 
  Se trata de un ensayo muy ameno sobre la historia de los libros y las bibliotecas;  sobre el origen de la escritura y como este descubrimiento cambiaría a los hombres. Pero es además un libro que destila amor por la lectura y que nos lleva al encuentro de otros lectores -otros letraheridos- y de uno a otro libro. Pasamos de Kapucinsky y sus Viajes con Herodoto (un libro que disfruté muchísimo) a Una librería ambulante, 84, Charing Cross RoadFarenheit 451, El nombre de la Rosa o Smoke. Eso por no mencionar   La Odisea y la Iliada,  Edipo Rey o los discursos de Platón
algunos de los libros que menciona

  Algunos de los libros que menciona los he leído y disfrutado con ellos; incluso los hay que forman parte de mi biblioteca.  Pero mientras  viajo (porque la lectura de este libro es un verdadero viaje a través del tiempo y la historia de los libros y la lectura) no solo vienen a mi mente los títulos que menciona sino algunos otros. ¿Como no pensar en la Historia del libro e Historia de las bibliotecas, de Hipólito Escolar, que manejé mientras preparaba las oposiciones al cuerpo de bibliotecarios? ¿O la Historia del libro de Sven Dahl?' 
 Pero no son los únicos que me hace recordar. Las menciones que hace  a la fragilidad de los libros y a las purgas que muchos regímenes dictatoriales imponen  o elfuego, ese enemigo acérrimo de  los libros me llevan a  La biblioteca en llamas, de Susan Orlean

Nos gusta imaginarlos peligrosos, asesinos, inquietantes, pero los libros son, sobre todo, frágiles. Mientras lees estas líneas, una biblioteca arde en algún lugar del mundo. Una editorial destruye ahora mismo sus fondos no vendidos para volver a fabricar pulpa de papel.  No lejos de ti, una inundación sumerge en el agua alguna valiosa colección. Varias personas se deshacen de una biblioteca heredada en un contenedor cercano. Te rodea un ejército de insectos cuyas mandíbulas están abriendo túneles de papel para depositar sus larvas en un universo de pequeños laberintos en infinitas estanterías. Alguien está ordenando una purga de obras molestas para el poder. Un saqueo destructivo sucede ahora mismo en un territorio inestable. Alguien condena una obra por inmoral o blasfema y la lanza a la hoguera.
Hay una larga historia de horror y fascinación que relaciona el fuego y los libros. Galeno escribió que los incendios, junto con los terremotos, son las causas más frecuentes de su destrucción. Las llamas que aniquilan palabras estallan a  veces de forma accidental, pero en muchas ocasiones son intencionadas. Quemar libros es un empeño absurdo que se repite con terquedad a lo largo de los siglos, desde Mesopotamia hasta el presente. (pag 217)
  Comparto con ella mi curiosidad por las lecturas ajenas y también yo intento averiguar cuáles son los títulos que tienen entre sus manos

Reconozco que, ante las lecturas ajenas, siento una curiosidad sin freno. En los autobuses, en el tranvía y en el tren, retuerzo el cuello en contorsiones inverosímiles intentando fisgonear qué leen los viajeros a mi alrededor. Creo que los libros describen a las personas que los tienen entre las manos. … (pag. 199) 
  Me ha gustado especialmente la reflexión que hace sobre las consecuencias de que los libros sean destruidos. 
cuando un libro arde, cuando un libro es destruido, cuando un libro muere, hay algo de nosotros mismos que se mutila irremediablemente. Cuando un libro arde, mueren todas las vidas que lo hicieron posible, todas las vidas en él contenidas y todas las vidas a las que ese libro hubiera podido dar, en el futuro, calor y conocimientos, inteligencia, goce y esperanza. Destruir un libro es, literalmente, asesinar el alma de los hombres” (pag. 235-36. Citando a Pérez Reverte sobre la destrucción de la biblioteca Nacional de Sarajevo)
Sin duda, los libros quemados o destrozados por los obuses también albergaban sus propias interpretaciones sesgadas. Las obras que forman parte de las colecciones bibliotecarias y reposan en los estantes de las librerías son a su vez parciales, en ocasiones incluso propagandísticas (…) Pero es la multiplicidad de voces que hablan, matizan y se contradicen desde un número incalculable de páginas la que permite confiar en que no quedarán ángulos ciegos y habrá posibilidad de detectar las manipulaciones. Quienes aniquilan bibliotecas y archivos abogan por un futuro menos dispar, menos discrepante, menos irónico.

  No solo me hace evocar lecturas, también encuentros con escritores o más exactamente, el encuentro entre los clubs de lectura  de bibliotecas públicas y la premio Princesa de Asturias de literatura de este año, Siri Hustvedt. Ella contaba que la anécdota que Paul Auster incluye en Smoke, la de Bajtin era ella quien se la había dado.


  En un tiempo en que se publica incesantemente y en que los indices de lectura no son demasiado altos -¿pero en realidad lo fueron alguna vez?- nos hace reflexionar sobre que esta sobreabundancia de publicaciones es muy reciente. Durante muchos siglos conseguir un libro exigía no solo esfuerzo y dinero sino mucho tiempo. 
Los letraheridos de hoy apenas podemos imaginar el desierto de libros de la época manuscrita. En nuestro siglo XXI la catarata de letra impresa desborda todos los diques de la mesura. Se publica un nuevo libro cada medio minuto, ciento veinte cada hora, dos mil ochocientos al día, ochenta y seis mil al mes. Un lector medio alcanza a leer en toda su vida lo que el mercado editorial produce en una sola jornada laboral y cada año se destruyen millones de ejemplares huérfanos. Pero esta abundancia es muy reciente. Durante siglos, conseguir libros exigía estar bien relacionado e, incluso con los contactos adecuados, conllevaban gastos, esfuerzos, tiempo y, en ocasiones, arrostrar los peligros del viaje.

  Pero sobre todo me quedo con un párrafo, ya casi al final del libro, que comparto plenamente.
 A pesar del empuje de la mercadotecnia, los blogs y las críticas, las cosas más bellas que hemos leído se las debemos casi siempre a un ser querido –o a un librero convertido en amigo- los libros nos siguen uniendo y anudando de una forma misteriosa (pag. 301)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me ha encantado tu visión del libro, coincidimos plenamente. A Irene Vallejo la voy siguiendo desde hace tiempo porque me gustan mucho sus columnas periodísticas. Reseñé de hecho uno de sus libros que recoge un buen puñado de ellas. Ahora escribe también para El país, buen fichaje han hecho.
Al leer en su día El infinito en un junco, pensé en toda la gente con la que comparto pasión por la lectura... Momentos y autores especiales para mí y para ella... Y en definitiva, que la literatura nos hace humanos
lammermoor ha dicho que…
Gracias anónimo. Yo no conocía a Irene Vallejo y no sabía lo de sus columnas en El País. Ahora que lo sé, procuraré leerlas.