No hay casa pa' tanto libro

  Finalizadas las visitas y reuniones familiares, recogida la decoración navideña  y despedida ya la temporada navideña, poco a poco volvemos a retomar  nuestras rutinas y a actividades habituales. Es tiempo también de retomar el blog al que  en estas fechas reconozco no haberle dedicado ni tiempo ni casi pensamiento.

  A principios de mes se estrenaba en Netflix el reality protagonizado por Mary Kondo, gurú universal del orden y culpable de que ahora todos nos hayamos aficionado al doblado vertical. No he visto el programa pero he encontrado muchos comentarios en internet sobre su polémica recomendación de conservar únicamente 30 libros. Según ella, no son necesarios más.

  La gente se echa las manos a la cabeza; de hecho en El País hoy me encontraba con estos 31 libros para sacar de quicio a Mary Kondo. A mi hasta me parece un avance porque en La Magia del orden, que leí hará un par de años, decía que debíamos desembarazarnos de todos y a lo sumo, recortar aquellos párrafos que más nos hubieran gustado y pegarlos en una libreta. Eso si que me pareció aberrante (y no pedirles perdón a los calcetines por haberlos tenido oprimidos dentro del calzado)

  Lo cierto es que, sin llegar a estas medidas draconianas(sería más correcto decir marykondianas) es cierto que el volumen de libros que tenemos en casa puede convertirse en un problema cuando ya no tenemos un hueco libre para colocar  estanterías; o cuando los tenemos colocados en doble o triple fila o van formado pilas que poco a poco van volviéndose más inestables. 

  Muchos alegarán que precisamente ese es el motivo por el que se han pasado al libro electrónico; porque ya no les entraba un libro más en casa. Además argumentarán que cuando se van de viaje se llevan con ellos treinta o cuarenta libros así que nunca tienen problema para seguir leyendo  Sin negar esas ventajas, soy poco amiga del libro electrónico y no me importa nada viajar con varios libros. O simplemente llevar para el viaje, sabiendo que en el lugar de destino compraré.

 Pero la del e-book o libro electrónico no es la única opción. Se de personas que cuando han leído un libro lo regalan. Es el caso de un compañero de trabajo de una amiga; ella me ha comentado que mas de una vez le ha regalado algún libro.

  También está quien como Pepe Colubí confiesa (o al menos eso leí en algún artículo suyo o entrevista) que de vez en cuando coloca todos sus libros en un montón en el centro del salón, compra cervezas e invita a sus amigos a casa. Entre cervezas, van eligiendo los libros que quieren llevarse. Desde luego, esta forma de desembarazarte de los libros que ya no quieres es cuanto menos divertida.

  Opciones todas ellas válidas, pero ninguna que yo utilice De vez en cuando -no lo hago de forma regular - doy una ojeada con calma a las estanterías y saco aquellos libros que  por el motivo que sea no me interesa mantener. Guías de viaje ya muy desfasadas;  ejemplares malejos que en su día compré  pero que he sustituido por una edición mejor Por ejemplo, por mi santo me regalaron una edición de Frankenstein; dado que la que tenía era una versión perronera comprada hace mil años en el Carrefour, cambié la una por la otra.

  Hace unos días, saqué de los estantes tres títulos. Anna Karenina; El amante de Lady Chatterley y La educación sentimental. Los tres pertenecen a una  colección de quiosco, con papel de mala calidad y sobre todo, una letra pequeñisima.  A cambio, en mi lista para el día del libro está una buena edición de l libro de Tolstoy.

  ¿Y que hago con esos libros que saco de los estantes? Tengo varias opciones:  la primera de ellas,  dárselos a alguien a quien crea que le puedan interesar. Fue el caso de varios libros de mi época de la UNED (me matriculé en filología hispánica) que regalé a la hija de una compañera de trabajo que comenzó filología.  Otras veces, los dono a la biblioteca pública del concejo en que trabajo o aprovecho los mercadillos que en Navidad y abril, coincidiendo con el día del libro organiza la escuela de idiomas. 
  Existen otras posibilidades como el BookCroosing o las librerías de segunda mano. En Oviedo  ha abierto hace unos meses Re-Read, donde podéis comprar pero también vender los libros que ya no queráis. Quizás le dedique una entrada, hablando un poco sobre esta librería, que pertenece a una franquicia, y su sistema de funcionamiento.

  Por último, existe una forma sencillísima para poder leer todo lo que queramos sin arruinarnos en el intento ni tener la casa atestada de libros. Se trata sencillamente de hacerse socio de la biblioteca pública. En Asturias, el carné te permite tener acceso a toda la red de bibliotecas del principado y puedes sacar simultamenamente hasta 10 libros (en total) creo que seis películas y puede que cuatro o cinco CDs. 

  Yo soy usuaria de las bibliotecas públicas desde pequeña y más de la mitad (puede que incluso más) de los libros que leo los he sacado en préstamo de alguna de mis bibliotecas habituales. Sin  ir más lejos, de todos los títulos que aparecen mencionados en Leído, Por leer  el único título que no puedo conseguir en una biblioteca  es   Las siete muertes de Evelyn Hardcastle  Y por si no lo sabíais también podéis sacar en préstamo películas. Es mi forma habitual de ver las que me interesan y me he perdido en el cine. 

El título de la entrada está inspirado en una canción  que siempre me venía a la mente cuando pensaba en este tema.:  No hay cama pa tanta gente, de El Gran Combo

(las imágenes están sacadas de internet)

Comentarios

Francisco Benitez ha dicho que…
Linda nota, saludos!