¿Os acordáis de la profe? Nos dió su opinión sobre la educación y nos contó una experiencia lectora que llevó a cabo en clase. Ahora le he pedido que comparta con nosotros otra vivencia que me parece muy, muy especial.
Las uvas de la ira: Una segunda parte.
El final del curso se acercaba para segundo de bachillerato una vez más.Desde hace años regalo un libro, Senderos de libertad de Javier Moro que narra la vida y el asesinato de Chico Mendes, seringueiro y defensor de la Amazonía, a quien haya obtenido la mejor calificación final en Ciencias de la Tierra y del Medioambiente.
Las uvas de la ira seguían presentes en nuestras sesiones… Me apetecía regalárselo al alumno al que le encantaba escucharme. ¿Y El río amarillo a quién trabajó el paisaje?¿Y por qué no también El bosque animado que habla de la floresta de Cecebre a quién expuso el tema de “Recursos forestales”? ¡Pero si a Beatriz le encanta la ciencia ficción! ¿Cómo no a ella Un mundo feliz que también leo con otro grupo?
¿Y por qué no regalar un libro para cada uno? La idea iba creciendo en mi cabeza, dándole vueltas, pero titubeaba. - ¿Será buena idea? ¿Les parecerá un coñazo? ¡Puf!, dirán, un libro más. Hasta que lo comenté con Lammermoor. Os podéis imaginar la respuesta: -Por supuesto, me parece una idea estupenda, yo te ayudo en la elección de los títulos, les encantará…”
Lo difícil era saber qué libro para cada uno. Algunos títulos o autores los tuve claros desde el principio. Pero otros se me escapaban, nueve meses, cuatro u ocho horas a la semana, no son suficientes para conocer bien a veintiséis personas sobre todo si son tímidas o no tienen personalidad acusada. Le pasé una lista a Lammermoor con sus rasgos más significativos y ella me sugirió algunos títulos ayudada por una de sus libreras de confianza (gracias). Incluso estuvimos juntas comprando los últimos ejemplares; mi hija también colaboró encantada.
Mi idea era que los autores fueran de “escrita” castellana ya que estamos en un centro en el exterior cuya finalidad es, entre otras, la difusión del español. Y prácticamente así fue. Enumerar cada libro es un poco pesado pero os diré que estaban Delibes –cómo no-, Carmen Laforet, Vargas Llosas, García Márquez, Manuel Rivas, Llamazares, Julián Ayesta…
Una larga lista en la que traté de reunir aspectos de la personalidad de cada uno, un poco de la materia que habíamos compartido, un mucho de ilusión y sobre todo ofrecerles un rato muy agradable de lectura. Para que recordaran durante años a esa profe que no solo les explicaba CTM sino que también les hablaba…de hacerse personas, de crecer, madurar y aprender a disfrutar de la cantidad de cosas diferentes que nos ofrece la vida. La literatura por ejemplo. Para que aprendieran también que “ser de ciencias” no está reñido con la sensibilidad o el gusto por el arte, ¡cuán lejos de la realidad!
Es tradición aquí que los alumnos inviten a una cena a sus profesores de los últimos años, en su despedida del centro, donde la mayoría ha estudiado durante quince largos cursos. Para ellos es realmente un fin de etapa, el final de su infancia y adolescencia.¿Qué mejor ocasión pues que aprovechar ese momento para ofrecerles mi regalo?
A los postres reuní a todo el grupo en una mesa discreta y le fui entregando a cada uno su libro en el que había escrito unas palabras, que me resultaron más fáciles de encontrar de lo que pensaba. Bueno, he de confesar que no en todas las ocasiones lo fue. Eso sí, cuando empezaba a escribirlas me salía de un tirón.
Los muchachos, las muchachas –no utilizo el lenguaje “políticamente correcto”, es que llegaban en oleadas, tal y como lo hacían en clase- estaban sorprendidos; algunos se reían con las dedicatorias. Todos me daban un beso al recibirlo, incluso los más tímidos. Fue emocionante, incluso me tembló la voz cuando les dije que me había gustado mucho ser su profe de “biologíayceteeme” (también hay suspensos, no creáis).
Al día siguiente uno me confesó que estaba emocionado porque ¿cómo era posible que una profesora que solo lo había sido durante un año pudiera haber sabido que realmente él era “un príncipe destronado”?. Lo que no sabe es que 30 años de profesión enseñan mucho y como dice mi madre, “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Al alumno “escuchador” le regalé Veinte poemas de amor… Antes le leí uno en voz alta. De despedida.
En los días siguientes, al encontrarme en el centro me van diciendo:
- Profe, ya he empezado a leer el libro.
- Tenía muchas ganas de leerlo, andaba por casa –alguien se lo dejó por allí- y me apetecía; ahora tengo el mío
¡Y qué cosas! El alumno que recibió Derrumbe me lo regaló en portugués porque su madre es la traductora de Menéndez Salmón. ¡Casualidades de la vida! Y Lammermoor verde de envidia.
En el Rincón Musical una canción de Maná que también habla de Chico Mendez: Cuando los ángeles lloran
El final del curso se acercaba para segundo de bachillerato una vez más.Desde hace años regalo un libro, Senderos de libertad de Javier Moro que narra la vida y el asesinato de Chico Mendes, seringueiro y defensor de la Amazonía, a quien haya obtenido la mejor calificación final en Ciencias de la Tierra y del Medioambiente.
Las uvas de la ira seguían presentes en nuestras sesiones… Me apetecía regalárselo al alumno al que le encantaba escucharme. ¿Y El río amarillo a quién trabajó el paisaje?¿Y por qué no también El bosque animado que habla de la floresta de Cecebre a quién expuso el tema de “Recursos forestales”? ¡Pero si a Beatriz le encanta la ciencia ficción! ¿Cómo no a ella Un mundo feliz que también leo con otro grupo?
¿Y por qué no regalar un libro para cada uno? La idea iba creciendo en mi cabeza, dándole vueltas, pero titubeaba. - ¿Será buena idea? ¿Les parecerá un coñazo? ¡Puf!, dirán, un libro más. Hasta que lo comenté con Lammermoor. Os podéis imaginar la respuesta: -Por supuesto, me parece una idea estupenda, yo te ayudo en la elección de los títulos, les encantará…”
Lo difícil era saber qué libro para cada uno. Algunos títulos o autores los tuve claros desde el principio. Pero otros se me escapaban, nueve meses, cuatro u ocho horas a la semana, no son suficientes para conocer bien a veintiséis personas sobre todo si son tímidas o no tienen personalidad acusada. Le pasé una lista a Lammermoor con sus rasgos más significativos y ella me sugirió algunos títulos ayudada por una de sus libreras de confianza (gracias). Incluso estuvimos juntas comprando los últimos ejemplares; mi hija también colaboró encantada.
Mi idea era que los autores fueran de “escrita” castellana ya que estamos en un centro en el exterior cuya finalidad es, entre otras, la difusión del español. Y prácticamente así fue. Enumerar cada libro es un poco pesado pero os diré que estaban Delibes –cómo no-, Carmen Laforet, Vargas Llosas, García Márquez, Manuel Rivas, Llamazares, Julián Ayesta…
Una larga lista en la que traté de reunir aspectos de la personalidad de cada uno, un poco de la materia que habíamos compartido, un mucho de ilusión y sobre todo ofrecerles un rato muy agradable de lectura. Para que recordaran durante años a esa profe que no solo les explicaba CTM sino que también les hablaba…de hacerse personas, de crecer, madurar y aprender a disfrutar de la cantidad de cosas diferentes que nos ofrece la vida. La literatura por ejemplo. Para que aprendieran también que “ser de ciencias” no está reñido con la sensibilidad o el gusto por el arte, ¡cuán lejos de la realidad!
Es tradición aquí que los alumnos inviten a una cena a sus profesores de los últimos años, en su despedida del centro, donde la mayoría ha estudiado durante quince largos cursos. Para ellos es realmente un fin de etapa, el final de su infancia y adolescencia.¿Qué mejor ocasión pues que aprovechar ese momento para ofrecerles mi regalo?
A los postres reuní a todo el grupo en una mesa discreta y le fui entregando a cada uno su libro en el que había escrito unas palabras, que me resultaron más fáciles de encontrar de lo que pensaba. Bueno, he de confesar que no en todas las ocasiones lo fue. Eso sí, cuando empezaba a escribirlas me salía de un tirón.
Los muchachos, las muchachas –no utilizo el lenguaje “políticamente correcto”, es que llegaban en oleadas, tal y como lo hacían en clase- estaban sorprendidos; algunos se reían con las dedicatorias. Todos me daban un beso al recibirlo, incluso los más tímidos. Fue emocionante, incluso me tembló la voz cuando les dije que me había gustado mucho ser su profe de “biologíayceteeme” (también hay suspensos, no creáis).
Al día siguiente uno me confesó que estaba emocionado porque ¿cómo era posible que una profesora que solo lo había sido durante un año pudiera haber sabido que realmente él era “un príncipe destronado”?. Lo que no sabe es que 30 años de profesión enseñan mucho y como dice mi madre, “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Al alumno “escuchador” le regalé Veinte poemas de amor… Antes le leí uno en voz alta. De despedida.
En los días siguientes, al encontrarme en el centro me van diciendo:
- Profe, ya he empezado a leer el libro.
- Tenía muchas ganas de leerlo, andaba por casa –alguien se lo dejó por allí- y me apetecía; ahora tengo el mío
¡Y qué cosas! El alumno que recibió Derrumbe me lo regaló en portugués porque su madre es la traductora de Menéndez Salmón. ¡Casualidades de la vida! Y Lammermoor verde de envidia.
En el Rincón Musical una canción de Maná que también habla de Chico Mendez: Cuando los ángeles lloran
Comentarios
Da gusto ver que hay gente que sigue luchando por la calidad de la enseñanza y no se queda en el típico derrotismo tan habitual.
Felicidades.
Un beso para ambos y gracias por tan conmovedora historia.
Hoy han celebrado el cumple de mi hija en la clase y les hemos llevado un cuento a cada niño. Habrá que ir haciendo camino...
Al principio, cuando estabamos comprando los últimos libros y decidiendo cual era para cada alumno, le pedí permiso para contarlo en el blog. Me dijo que sí pero después de la cena -como si sus alumnos fuera a leerme-
Luego pensando sobre ello, me pareció que era ella quien tenía que contarlo. Y ya, cuando hablamos y me contó como había sido todo, se lo dije. Por cierto, estaba realmente entusiasmada y emocionada mientras me lo contaba.
Supongo que estaría nerviosa pensando si habría acertado o no porque también yo lo estaba.
¡Ah! y un par de cosillas más. Así como en la "primera parte" -leerles las Uvas de la Ira en clase- si que la animé porque no estaba convencida; esta vez, cuando me lo comentó ya lo tenía claro. Y él ofrecimiento de ayuda no fue tal; más bien un necesito que me ayudes con una idea. Algo que por supuesto hice encantadísima.
Y sí, estoy verde de envidia. No me parece justo. O sea, que Ricardo Menéndez Salmón no me lee, y luego a la que le regalan un libro suyo en portugués es a la profe ¡Manda carallo!
Me alegro de que tenga tan buena relación con los alumnos, con los que al fin y al cabo comparte muchas horas por semana.
Saludos.
Jose Ignacio mis comentarios (supongo que te refieres a mi respuesta a Fab-Golem) fueron sinceros.
Loque a mí me encanta que te encante- y seguro que también a la profe.
Sol un poco dispendio si que fue -sobre todo porque con tanta visita a librerías se me fue la mano con las compras propias. De todas formas, mi librera le hizo un descuento. ¡Lo que es muy de agradecer!
Amando tanto hablar (mal) de la juventud y luego te das cuenta de que la mayoría son unos chavales magníficos, que quizás necesiten algo menos de mimos y algo más de disciplina y un mucho de cariño.
Inma estoy segura de que los alumnos se sentirían felices. Por lo que me contó la profe, no creo equivocarme.
Y siempre es bueno acercarles los libros y que los sientan como algo que esta ahí cerca.
Isi fue dificil pero divertido. Me sorprendí a mi misma pensando en si habríamos acertado o no.
¡Me hubiera gustado tener una profe así!
Fab los buenos profesores nos marcan para siempre. Ya sean de lengua, CTM o de historia.
Veo que también eres de los del plan infinito :-)
me encantaría que mis hijos fueran tus alumnos y pudieran beneficiarse de ese amor tuyo por enseñarles no sólo el currículum del curso, sino esos extras: convertirse en personas, disfrutar y celebrar la vida.
¡Que anécdota tan hermosa! seguramente recordarán esto y ese libro dedicado por alguien que se tomó el cuidado de pensar en cada uno de ellos de manera personal, será un tesoro en los años por venir.
¡Que bien Lamermoor que ayudaste en la elección de títulos!
Me identifico con tu profe, entiendo los nervios, la selección, por cierto impecable, las ganas de llegar a cada persona y a cada personalidad; y !bravo!, hay más gente que defiende la mezcla, ciencia y arte tienen que ir de la mano, gracias de verdad a a las dos.
Cuando relea Las uvas de la ira, os recordaré...
;-)
Por cierto, me encantan los chistes que pones. Este último es muy bueno.
Un saludo.
Y sí,ciencias y letras se necesitan y van de la mano, aunque haya gente que no lo quiera ver.
Ricardo también yo creo que muchos alumnos recordarán a esta profe. Y estoy convencida de que hay en muchos otros institutos y colegios profes como ella. ¡Seamos optimistas!
Gracias por lo de los chistes. Procuro cuidar las imágenes y la ironía y el humor son buenas formas de acercarnos la realidad, sobre todo cuando es un poco "cruda".