Tras la apariencia de normalidad durante el verano, la llegada del otoño y la virulencia de esta nueva oleada del covid nos han demostrado que de normalidad, nada, ni nueva ni vieja. Falta mucho para dejar atrás esta pesadilla y debemos acostumbrarnos a convivir con el temor y la incertidumbre.
Resulta difícil afrontar esta realidad e intentar buscar ciertas rutinas que nos den estabilidad dentro de un escenario tan inestable y cambiante como el que tenemos. Los días son más cortos, el frío se empieza a notar y eso no ayuda.
Nos sentimos desanimados y sin ganas de hacer cosas -¡Total, para qué! Pero hay que plantar cara al desánimo y “hacer un poder” que diría mi madre. Por eso, retomo una serie de eventos sobre los que había pensado escribir pero que dejé pasar sin hacerlo porque me sentía vencida antes de empezar a teclear.
Reivindico el derecho a sentirse mal pero también creo que no debes regodearte en ello. Por eso, aunque ya hayan pasado las fechas, he decidido que iré publicando esas entradas a mi ritmo. Así es como voy a titularlas.
Comienzo por ellas, por las escritoras. Este año se celebró la quinta edición de El día de las escritoras, una iniciativa de la Biblioteca Nacional que tiene lugar el lunes más próximo al 15 de octubre.
Mi criterio de selección ha sido completamente arbitrario; he procurado huir de las más evidentes, bien por tratarse de figuras clásicas o por ser autoras contemporáneas, bien conocidas. He elegido cinco, aunque también podrían haber sido diez o quince. Creo que son autoras y libros que merecen la pena ser leídos y que se salen de lo estereotipado.
La primera es Oyinkam Braithwaite, escritora nigeriana que estudió y trabajó en Gran Bretaña durante algunos años para volver luego a Nigeria, donde reside ahora. Mi hermana, asesina en serie es su primera novela. Muy diferente a lo que suele publicarse dentro del género negro y con un final sorprendente.
Le toca el turno a Hélène Gestern y El olor del bosque. La protagonista, historiadora de la fotografía, se llama Elisabeth Bathory, un nombre muy cercano al de Erzsebet Bathory, la condesa sangrienta con la que Telfer inicia su recopilación.
Se trata de un libro donde se entrecruzan tres historias y tres épocas diferentes y lo hacen con fluidez y maestría; donde lo que creíamos evidente va a resultar no serlo. Un libro que merece la pena ser leído.
Una de las historias de El olor del bosque
transcurre durante la primera guerra mundial. También lo hace Fiore
di roccia, de Ilaria Tuti, un
libro que aún no he leído pero que ya está en mi carta a los Reyes Magos. Aún
no está traducido al español pero supongo que no tardará demasiado;
He descubierto que la autora, a la que conocí en una entrevista sobre este libro, es escritora de thrillers y la creadora de la inspectora Teresa Battaglia, pero en Fiore di roccia nos cuenta la historia de mujeres (entre ellas su propia abuela) que durante la primera guerra mundial hicieron de porteadoras para llevarles municiones y suministros a los soldados italianos que combatían en el frente alpino contra los austriacos.
Y así, a mi ritmo, celebro el día de las mujeres escritoras.
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