FRANKENSTEIN EN BAGDAG

(traducción de Anna Gil Badají)


  En muchas ocasiones he mencionado la atracción que ejercen sobre mí los títulos en  que figura la palabra lector, librería o similares. Otra palabra que ejerce una fascinación similar es Frankenstein. De ahí que entre mis últimas lecturas estuvieran La madre de Frankenstein,  a pesar de mi renuencia a leer a Almudena Grandes (por motivos ajenos a los literarios y que quedaron disipados tras la lectura) y Frankenstein en Bagdad, editado por Libros del Asteroide.

     Almudena Grandes juega con el título ya que Aurora Rodriguez dice que ella fue la creadora de Hildegard, su hija, pero no existe mayor relación con la novela de Mary Shelley. En el libro de Ahmed Saadawi si que  encontramos similitudes. La primera y  más evidente es al presencia del monstruo, creado a partir de restos de cadáveres

Ambos monstruos comparten la figura paterna o hacedor, aunque el motivo que impulse a uno y otro sea diferente. El doctor Frankenstein tiene una posición económica desahogada, una familia cariñosa además de ser correspondido en el  aspecto sentimental.  No puede haber nadie más alejado que Hadi, el trapero y contador de historias que malvive en la ciudad de Bagdag y que lo único que pretende es poder despedirse de su amigo y compañero de trabajo, Nahim.  Este falleció al pasar con su carro de trapero cerca de donde un coche bomba explotó.
  
  Hadí se puso manos a la obra para concluir el extraño y siniestro trabajo que se había impuesto llevar a cabo sin ayuda de nadie (...)
  _Quería entregarlo al centro de medicina forense porque ese cuerpo,a hora íntegro, reunía muchos restos humanos abandonados en la calle como basura. Era un ser humano, amigos. Era una persona.  
 _No lo era. Lo hiciste tú 
_ Lo hice para que no se convirtiera en basura, para que fuera respetado como los demás muertos, para que fuera enterrado ¿Entendéis?

_Cuéntanos la historia del cadáver._Del Como-se-llame_ les corrigió Hadi, que así llamaba al ser que había creado con sus manos, porque no lo consideraba un cadáver. Un cadáver designa a una persona y Hadi no creía que la palabra se pudiera aplicar a su insólita creación
 También comparten  ambos monstruos la búsqueda de venganza, aunque sus motivos diverjan. El monstruo de Frankenstein   quiere  hacer todo el daño posible a su creador y librarlo del cariño y el amor de los suyos; el mismo que le niega a él. El  Como -se -llame busca venganza   por la muerte de  todas las personas de cuyos trozos está hecho; en cierto sentido, podría considerarse que más que venganza lo que busca es una cierta justicia.

   El autor  se ampara en las andanzas del Como-se-llame y de la persecución policial de que es objeto así como del interés periodístico sobre él, para mostrarnos las consecuencias de  vivir en un pais sometido a una guerra sin fin y como, quienes no tienen la posibilidad de escapar de allí, buscan la forma de continuar con su vida.
 
  Está Elisua, que se niega a marcharse -sus hijas ya lo han hecho hace mucho-   porque está convencida de que su hijo, al que reclutaron como soldado hace veinte años terminará por regresar. O Mahmud el periodista que intenta emular a su jefe y quiere averiguar lo que hay tras las historias de Hadi sobre el Como-se-llame
Preparando la entrada
  También está el Coronel Surur Mayid, de la Unidad de Rastreo e Inspección que busca al asesino esperando conseguir así el ascenso y reconocimiento que  piensa que hasta ahora le han negado., O Faray Dalad,  dueño de un hotel que quiere hacerse con todos los edificios del barrio en que viven Hadi y Um Daniel. Una de esas personas que siempre se las arreglan para sacar beneficio  y provecho propio de las desgracias de los demás o de las situaciones adversas

  No son los únicos. Hay muchos otros personajes: Saidi, el jefe de Mahmud; Azid Misri, el dueño del bar en que Hadi cuenta sus historias, Abú Anmmar, cuyo hotel se está desintegrando; Um Salim, vecina y amiga de Elisua, ...
  
  El libro habla también sobre la idea de justicia que no siempre resulta tan sencilla como nos gustaría.
la lista que tenía en la cabeza, y que contenía los nombres de los que debía matar, seguía siendo muy larga. Cuanto más creía reducirla, más crecía. [...]Su misión, marcada por el signo de la venganza y la ley del talión, parecía interminable. [...] 
-No hay inocentes ni asesinos puros.

  Si buscáis una lectura que se salga de lo trillado, que nos acerque a otras literaturas no tan cercanas para nosotros o simplemente compartís mi fascinación por el monstruo de Frankenstein, os recomiendo este libro.

Comentarios

Enzo ha dicho que…
Suena muy interesante, te lo he de mangar. Por cierto, nuevo luc del blog, ¿no? Me gusta.