Lo que callan los muertos



Mis primeras noticias sobre el libro de  Ana Lena Rivera fueron sendas reseñas de El buho entre libros  y Carmina, de De tinta en vena. Algún tiempo después, me hablaba de él la bibliotecaria de Lugones, lo que me reafirmó en mi intención de leerlo.

 De fácil lectura, tiene cosas que me han gustado y otras no tanto. Entre las primeras está, ¡como no!,  que esté ambientado en Oviedo. Reconozco que me han resultado un poco "atipicos" los sitios que ha elegido; por ejemplo, la ciudad esta llena de estatuas pero las preferidas por los turistas para fotografiarse junto a ellas son  las de Woody Allen o de la Regenta. Para nosotros los ovetenses, probablemente la más representativa sea la Maternidad, de Botero, a la que con poco respeto y mucho cariño llamamos  "La Gorda" y  que se utiliza como punto de encuentro. Ninguna de ellas aparece en el libro; en su lugar ha elegido el Culis Monumentálibus, familiarmente conocido como El Culo de Úrculo.
Culis Monumentalis 

  La zona de vinos por la que se mueve la protagonista, Gracia San Sebastian, tampoco es la que esperarías encontrar. No aparecen las  sidrerías de El Fontán o los bares del Oviedo antiguo; en su lugar, menciona El vinoteo o La Tapina Sixtina, en la ruta de Manuel Pedregal

  Hablemos un poco de la protagonista, que me ha parecido algo sinsustancia y con la que no he empatizado. Lo único que me gusta de ella es su profesión,  investigadora de fraudes a la Seguridad Social. Ha vivido durante años en Estados Unidos, pero tras una desgracia personal (no podía faltar el trauma en el pasado de nuestra protagonista. Ya dije que parece requisito indispensable en toda novela policiaca que se precie) decide abandonar su estupendo trabajo allí y volverse a su ciudad natal, Oviedo.

   Está casada, su marido  es hacker "de los buenos" -trabaja en seguridad de empresas- pero tiene un papel tan secundario en la novela que perfectamente podría no haber aparecido. Luego está su madre, uno de los mejores personajes del libro y que será quien provoque el inicio de la novela al contarle a su hija que se ha suicidado "la impugnada", una vecina de su edificio.
"Torres de la losa", donde vive la protagonista

  Y aquí vamos a una de las cosas que para bien o para mal, Ana Lena Rivera ha sabido plasmar del caracter de los asturianos. Nuestra tendencia a poner motes (no es patrimonio de los andaluces); hasta el punto de que muchas veces incluso se ponen en las esquelas para que sea más fácil identificar al difunto.

  Otra cosa que  recoge en el libro y también es cierta,  es  la tendencia de los asturianos -me atrevería a decir que de todos los habitantes de la cornisa cantábrica- a comer en cuanto nos reunimos. Da lo mismo que sea la hora de la comida, el aperitivo o la merienda;  siempre es buen momento para "picar algo" Y además, pero eso puede que sea característica materna, la expresión No se si  habrá bastante comida suele significar que no solo la habrá, sino que  seguirá habiéndola durante los  próximos días

  También refleja lo llambiones que somos -nos gusta el dulce y  el nivel de las confiterías asturianas es muy bueno-. De nuevo vuelve a no elegir los comercios o productos característicos - ni moscovitas ni carbayones; ni Rialto ni la Mayorquina (confiterías en que cualquier turista que se "precie" parará a comprar algunos de los citados dulces). En su lugar, bartolos (son pasteles típicos de la zona de Laviana y están buenísimos) y Santa Cristina -un clásico de las confiterías ovetenses pero no de las  "turísticas". En cuanto a los bombones, también se sale del "clásico" Peñalba  y en su lugar se va a Ovetus ( para mi gusto, mucho mejores los primeros). Y dejo el tema porque empieza a parecer un publirreportaje confitero.

 Mientras escribo  me doy cuenta de que es una novela eminentemente femenina.  Me refiero a que son las mujeres las que llevan el peso de la investigación (Gracia, su madre, su hermana, la amiga farmaceutica de Gracia; la monja -Flo- que está en la casa sacerdotal) Son además mujeres independientes, trabajadoras y alguna de las cuales han decidido afrontar la maternidad en solitario, sin el apoyo de ningún hombre.  Frente a ellas, aparece Geni, la amiga "odiosa" del colegio  con la que Gracia se encuentra y cuyo marido resulta ser el comisario de policía ovetense, que terminará colaborando con Gracia y su madre para la resolución del caso.

Casa sacerdotal, uno  de los escenarios de la novela
 Es precisamente al hilo de la aparición del personaje de Geni cuando Ana Leza refleja de forma magistral algo muy ovetense y es el hecho de que aquí todos nos conocemos. Porque si no es de forma directa,  siempre habrá una prima tuya que es amiga del hijo de ... o tu vecina estudió con la cuñada de ... De una forma u otra, siempre existe una conexión que te permite  estar al tanto de la vida de esa persona. Porque no nos engañemos Oviedo no deja de ser un pueblin.

  En cuanto a lo que escondían los muertos, y algunos vivos,  me ha parecido un pelín rebuscado pero aún así ha conseguido atar los respectivos cabos con coherencia (vuelvo a pensar en alguna escritora superventas y sus aclamadas obras y  y de nuevo me entra el repelús)

 A medida que la historia va transcurriendo,  va volviéndose más divertida e incluso me reí en algunos momentos.  En resumen, una novela que me resultó entretenida y en la que ha pesado más lo que me ha gustado que lo que no. Definitivamente la recomiendo para quien quiera una lectura amena y sin complicaciones o quiera darse un paseo por Oviedo.

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