Este libro ha sido uno de los fenómenos editoriales del verano y posiblemente lo sea también de estas navidades.Reconozco que los comentarios leídos en la prensa e internet además de esa portada tan sugerente (todo un acierto la elección del cuadro de Hopper) despertaron mi curiosidad. Después de reservarlo y esperar dos o tres meses, por fin conseguí leerlo.
En la contraportada del libro
comparan al autor con Stieg Larsonn, Nabokov y Philip Roth. Tal como
sucedía en El hombre que no amaba a las mujeres, tenemos una chica desaparecida
hace muchos años sin dejar rastro. Una quinceañera muy desarrolada para su edad y que mantiene un idilio con un hombre mayor. En
cuanto a Roth, Harry Quebert tiene algo de los personajes de este. Profesor universitario,
vive solo y no se relaciona demasado con
sus vecinos.
Sin embargo no mencionan cierto regusto televisivo que desprende el
libro. –un cruce entre October Road, con las películas de
sobremesa dominical que programa
Antena 3 ( Protagonista regresa, después de más o menos años, al pueblo en el que ha vivido o como este
caso, ha pasado largas temporadas. El protagonista atraviesa una crisis (sentimental,
económica o laboral) Se reencuentra con
viejo amigo. Bien el protagonista o su amigo es acusado de algún crimen por lo
que nuestro protagonista tendrá que esclarecer el asunto para saber que ha
pasado realmente. Suele contar con la
colaboración de algún policía o detective local, con quien termina forjando una amistad o en pareja
Esta novela, al modo de las
muñecas rusas, contiene en su interior otras novelas: la que Marcus está
intentando escribir, la que le dio fama a Harry, … Pero sobre todo hay dos novelas,o quizás sea más correcto
llamarlas historias, que Joël Dicker va entrelazando a lo largo de la obra.
Menciono en primer lugar la policial porque es sobre ella sobre la que
incide la crítica y la campaña de marketing de la editorial. No diré que es previsible pero sí adivinable. No me resultó difícil anticipar algunas de los giros de tuerca
finales que el autor nos ofrece.
Me
gustó mucho más la otra historia, la metaliteraria ; en ella, Docker nos
adentra en el proceso de escritura de una novela y, lo que resulta
tremendamente interesante, de su edición. Por momentos, además de considerar a Marcus como una especie de alter
ego del autor, me preguntaba si esta
novela no es la forma elegida por el autor para reírse un poco de si mismo y
del mundo, cada vez más mercantilizado, editorial
(…) Tú eres un escritor, digamos…
moderno. Gustas porque eres joven y dinámico… Y estás de moda. Eres un escritor
de moda. Eso es. La gente no espera que ganes el Premio Pulitzer, les gustan
tus libros porque estás en boga, porque les entretienen, y eso también está muy
bien.
Esa madre que no toma en serio a su hijo y lo
único que quiere es verlo casado ; los saltos temporales o utilizar un “pie”
que abre cada capítulo son elementos ya
utilizados -Aquí se trata de los 31
consejos que Harry le dio a Marcus sobre cómo escribir una novela- ya los hemos
visto en otras obras o autores.Si es original en la forma de enunciarlos, en una especie de cuenta atrás.
Utilizando un símil gastronómico podemos decir que Dicker ha cogido de
la despensa ingredientes habituales pero
ha sabido cocinarlos sin que resulten tediosos o manidos. Ha sabido darles su
toque personal.
En definitiva, parafraseando al editor de
Marcus, creo que Joël Dicker es un escritor de moda y La verdad sobre el caso Harry Quebert gusta porque nos entretienen, y eso también está muy bien.
Comentarios
Besos.
Un abrazo,
Otro abrazo para tí.
Un beso,
Ale.
Un beso.
Una buena novela para pasar un buen rato.
Un abrazo
Teresa
Si queremos pasar un buen rato, efectivamente es una buena elección :)