Mientras preparaba el poema de este mes di con la noticia del fallecimiento del poeta Jose Luis Parra,. Reconozco que no lo conocía pero, ¿no es ese el objetivo de este rincón? Conocer poetas y acercarnos a la poesía. Así que aquí quedan este poema suyo a modo de epitafio.
Hablamos del silencio. Qué imprecisos.
Desconocemos lo que oculta, rara naturaleza
ajena a nuestra condición.
Somos ruido, materia quebradiza
de gritos y susurros,
y nuestra vida
transcurre entre el clamor de un tráfico insomne
y el nocturno vaivén de la conciencia.
Somos ruido de fondo que añora su Big-bang,
el eco de una fiesta que tuvo su esplendor y hoy languidece
en rota melodía, en zumbido inacabable.
Y el resto no es silencio, sino el tránsito
de lo orgánico cuando se va descomponiendo:
estallido de gases, chasquido de jugos, crepitaciones...
Ahora, en el insomnio,
oigo con toda nitidez el incesante
oleaje que baña el mundo,
y en la alucinación exacerbada
del que percibe el temblor de los tejidos que envejecen,
desciendo al inframundo,
al sumergido iceberg de lo inaudito,
a ese latido infinitesimal,
materia oscura de ondas fantasmales.
Y esto sería tan sólo el comienzo
de lo terrible, lo que aún logramos concebir.
Si de verdad pudiésemos escuchar el silencio,
el horror, el espanto nos dejaría sordos, mudos,
helados para siempre.
(fuente del poema: El azul de los lápices)
Desconocemos lo que oculta, rara naturaleza
ajena a nuestra condición.
Somos ruido, materia quebradiza
de gritos y susurros,
y nuestra vida
transcurre entre el clamor de un tráfico insomne
y el nocturno vaivén de la conciencia.
Somos ruido de fondo que añora su Big-bang,
el eco de una fiesta que tuvo su esplendor y hoy languidece
en rota melodía, en zumbido inacabable.
Y el resto no es silencio, sino el tránsito
de lo orgánico cuando se va descomponiendo:
estallido de gases, chasquido de jugos, crepitaciones...
Ahora, en el insomnio,
oigo con toda nitidez el incesante
oleaje que baña el mundo,
y en la alucinación exacerbada
del que percibe el temblor de los tejidos que envejecen,
desciendo al inframundo,
al sumergido iceberg de lo inaudito,
a ese latido infinitesimal,
materia oscura de ondas fantasmales.
Y esto sería tan sólo el comienzo
de lo terrible, lo que aún logramos concebir.
Si de verdad pudiésemos escuchar el silencio,
el horror, el espanto nos dejaría sordos, mudos,
helados para siempre.
(fuente del poema: El azul de los lápices)
Comentarios
Gracias por descubrirme a este autor.
Saludos.
Hola, Natalia te ha sucedido como a mí. Fue la noticia sobre su muerte la que me hizo saber de él.